viernes, 30 de marzo de 2012

ANALOGÍA DE LA MUÑECA RUSA

Para poner un ejemplo, podemos visualizar a una de esas muñequitas rusas, Matrioskas, que al abrirse van mostrando una nueva muñeca, hasta llegar a una de ellas que es indivisible.
Bien, en esencia podríamos observar la forma en que los patrones adquiridos, tanto los heredados por nuestro sistema familiar como los que vamos creando por el transcurso de nuestra propia vida, van escondiendo nuestra auténtica esencia, y vamos cargándonos y haciendo cada vez mas difícil la toma de contacto con quien realmente somos.

Algunas veces puede ocurrir que la primera capa que nos "esconde" o limita la hemos creado en la primera etapa de vida, teniendo que sentirnos adecuados y pertenecientes al entorno donde nacemos, que se basa en una elección entre el cómo soy y el cómo debería ser según las expectativas que sobre nosotros se tienen, y en función de que es "lo correcto" y aceptado en el entorno en el que me encuentro, cuando se hace esta elección en la infancia nos movemos en dirección a asegurar nuestra pertenecía en la familia y en la vida, ya que somos completamente dependientes y necesitamos pertenecer al grupo, que nos acepten y no sentirnos excluidos.
Y una vez de adultos, hacemos nuestras elecciones de vida en base a estos patrones.

La dinámica de nuestra vida, ya sea por las exigencias familiares, de pareja, sociales, laborales, o morales, están dirigidas a satisfacer las expectativas de quien que nos rodea, y en muy pocas ocasiones hacemos un contacto real y directo con lo que deseamos interiormente.

En la medida en que uno aprende a amarse, a permitirse fluir con sus necesidades, a concederse el derecho de hacer valer sus propios deseos, no sólo descubre que tiene el poder de cambiar las cosas, si no que es absolutamente responsable de su situación actual, y deja de responsabilizar al resto, abandonando el lugar de "victima" que a menudo se da en un nivel muy sutil, y comienza a apreciar el dejar de sentirse culpable de las situaciones o desgracias de otros. Entendiendo que cada uno, como seres individuales que somos, somos los únicos responsables de nuestra propia felicidad. Dejamos de esperar que nuestras necesidades sean satisfechas por otros, y aprendemos a satisfacerlas por nosotros mismos.

Así mediante esta técnica, vamos deshaciendo uno a uno los patrones que nos estaban poniendo límites insanos, y como Matrioskas descubrimos que en el fondo existe la consistencia indivisible y original del auténtico y genuino ser que somos.

Salvador.

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